Daddy “perrea” en la Argentina


La máxima figura mundial del reggaetón, el puertorriqueño Daddy Yankee, está en la Argentina. Hoy día, Daddy combina a un empresario exitoso con un chico que salió de un barrio “heavy” donde los ajustes de cuentas por drogas o peleas de pandillas eran cosa de todos los días.

Raymond Ayala, tal su verdadero nombre, razonó que el reggaetón sacudió a la Argentina y a toda América Latina porque “en las calles había un fuerte vacío para llenar con la cultura urbana”.

-¿Por qué creés que triunfaste en un país que tiene una movida tropical tan fuerte?
-Siempre Argentina tuvo muy buena música, pero faltaba ese espacio que ahora ocupa la música urbana que aquí se fusionó con la cumbia y en el resto de Latinoamérica con salsa, merengue y bachata.

-¿Tiene contenido social?
-Siempre ha existido una fuerte presencia de la cuestión social en mis temas, lo que pasa es que no los difunden por radio o tevé, donde prefieren pasar lo más bailable, pero sí se escucha en los barrios.

-¿Ésa es la clave del éxito?
-El éxito se debe a que hay una conexión genuina entre el barrio y los intérpretes. No importa de qué país eres; el barrio siempre es igual. Todos los barrios tienen las mismas adversidades, las mismas necesidades, las mismas esperanzas y el mismo amor.

-¿Y cuánto tiene que ver la sensualidad del baile?
-El ritmo no se puede parar de bailar. Si eres varón y ves a una chica “perreando”, moviendo las piernas y la cola, te enamoras. Éste es un baile cachondo y por suerte en la Argentina las niñas bailan alocadamente, exudan pasión.

-¿Cómo empezaste?
-Empecé cantando en el barrio con mi DJ, usando los vinilos del rap de Public Enemy, Rakeem, Wu Tang Klan y Big Daddy Kane. Siempre tuve lengua rápida para hacer “freestyle”. De hecho, sigo trabajando así, casi no escribo, voy a la cabina y digo lo que siento. Así empezamos a sacar las canciones y así se identifican con ellas.

-Empezaste en forma independiente…
-Lo que pasó es que los hombres de las radios, de la tevé y de las disqueras están en la oficina, no van a los locales o a los barrios a ver artistas, no saben qué pasa en la calle. Nadie nos quería ofrecer un negocio, entonces nosotros creamos nuestra propia empresa con fabricación y distribución de discos y merchandising. Los empresarios se rigen por el “ver para creer” y cuando ven a veces ya es demasiado tarde. Entonces yo les expliqué: “Soy independiente, eso que me ofreces por tres millones de discos es lo mismo que voy a ganar vendiendo 30.000 discos pero quedándome con todo. Prefiero vender menos y ganar más dinero”. Vinieron a verme todas las compañías, pero con Universal hubo un acuerdo de asociación. Ellos me distribuyen los discos pero yo sigo siendo independiente.

 

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